A las 6:00 de la tarde la directora de La Escuela de Comunicación Social dio por cerradas las mesas de votación. Alrededor, los diferentes candidatos y miembros de las planchas aplaudieron. La ansiedad y la intriga comenzaban a adueñarse de piso tres.
Los resultados los darán a las nueve, decían por ahí. No creo, el año pasado los dieron a las doce, contestaron. La soledad se iba apoderando de los espacios de la universidad. Una de las planchas se encontraba en un salón en Cincuentenario, mientras que la plancha a la que yo pertenecía se mantenía dispersa.
Abrieron dos cajas y vamos ganando, me dijeron. 8:30 de la noche, la tensión se apoderaba cada vez más de los candidatos y los miembros de las diferentes planchas. Un grupo y yo nos dirigimos a piso tres, necesitábamos poner a cargar los celulares y allí abundan los enchufes.
La necesidad de saber los resultados me comía por dentro, aunque mis amigos y yo ya sabíamos lo que podría pasar. Los minutos se me pasaban como horas. Por el grupo de Whatsapp dijeron que nos veríamos en las afueras del auditorio de la vieja biblioteca.
Eran alrededor de las diez de la noche. Las planchas de Derecho, Ingeniería, Administración y Contaduría, y las de Comunicación Social gritaban sus consignas. Al Hermano Lanz, gritaron. Cuando volteé ya la mayoría había cruzado los jardines hacía módulo dos.
En el auditorio los estudiantes sentíamos un gran sentido de pertenecía hacia nuestra plancha, tal cual hinchas. Empezaron a dar los resultados de los candidatos dejando a los centros de estudiantes de último. Dejando el resultado de Comunicación Social de último.
Agarrados de manos recibimos la mala noticia. La alegría de los vencedores no iba al son de nuestros aplausos. Reunión en Plaza Mickey, escuché.
Las lágrimas eran las protagonistas de los discursos. No me sorprendió, como dije antes, ya sabía el resultado. Desde el principio se asomaron las fallas de la campaña. Eran las once y los abrazos no faltaron, más que miembros de la plancha conocimos y creamos buenas amistades.
Sí me molesté, pero no por haber perdido y menos con la plancha ganadora, aunque al principio un pequeño grupo de esta jugó sucio. Mi molestia fue porque fui testigo del gran esfuerzo y el brutal compromiso de mis compañeros y amigos. Las buenas ganas de trabajar y hacer las cosas bien sobraron por parte de nosotros, los que apoyamos a las cabecillas de la plancha. Es necesario revisar con detenimiento los errores que se cometieron para no repetirlos en un futuro.
Sin duda esta fue una experiencia universitaria que agradezco y que necesitaba vivir. La adrenalina de la pega, la alegría de los días de campaña, las ganas de trabajar en equipo, la ansiedad de saber los resultados y las excelentes personas que conocí son incomparables. Vive la universidad, no dejes que ella te pase por encima.
Los resultados los darán a las nueve, decían por ahí. No creo, el año pasado los dieron a las doce, contestaron. La soledad se iba apoderando de los espacios de la universidad. Una de las planchas se encontraba en un salón en Cincuentenario, mientras que la plancha a la que yo pertenecía se mantenía dispersa.
Abrieron dos cajas y vamos ganando, me dijeron. 8:30 de la noche, la tensión se apoderaba cada vez más de los candidatos y los miembros de las diferentes planchas. Un grupo y yo nos dirigimos a piso tres, necesitábamos poner a cargar los celulares y allí abundan los enchufes.
La necesidad de saber los resultados me comía por dentro, aunque mis amigos y yo ya sabíamos lo que podría pasar. Los minutos se me pasaban como horas. Por el grupo de Whatsapp dijeron que nos veríamos en las afueras del auditorio de la vieja biblioteca.
Eran alrededor de las diez de la noche. Las planchas de Derecho, Ingeniería, Administración y Contaduría, y las de Comunicación Social gritaban sus consignas. Al Hermano Lanz, gritaron. Cuando volteé ya la mayoría había cruzado los jardines hacía módulo dos.
En el auditorio los estudiantes sentíamos un gran sentido de pertenecía hacia nuestra plancha, tal cual hinchas. Empezaron a dar los resultados de los candidatos dejando a los centros de estudiantes de último. Dejando el resultado de Comunicación Social de último.
Agarrados de manos recibimos la mala noticia. La alegría de los vencedores no iba al son de nuestros aplausos. Reunión en Plaza Mickey, escuché.
Las lágrimas eran las protagonistas de los discursos. No me sorprendió, como dije antes, ya sabía el resultado. Desde el principio se asomaron las fallas de la campaña. Eran las once y los abrazos no faltaron, más que miembros de la plancha conocimos y creamos buenas amistades.
Sí me molesté, pero no por haber perdido y menos con la plancha ganadora, aunque al principio un pequeño grupo de esta jugó sucio. Mi molestia fue porque fui testigo del gran esfuerzo y el brutal compromiso de mis compañeros y amigos. Las buenas ganas de trabajar y hacer las cosas bien sobraron por parte de nosotros, los que apoyamos a las cabecillas de la plancha. Es necesario revisar con detenimiento los errores que se cometieron para no repetirlos en un futuro.
Sin duda esta fue una experiencia universitaria que agradezco y que necesitaba vivir. La adrenalina de la pega, la alegría de los días de campaña, las ganas de trabajar en equipo, la ansiedad de saber los resultados y las excelentes personas que conocí son incomparables. Vive la universidad, no dejes que ella te pase por encima.